Serie: En mi recuerdo
Durante el verano de 2017 le diagnosticaron cáncer a mi padre. Aunque estaba en su etapa inicial, a sus entonces 85 años la operación suponía un riesgo elevado. La noticia trastocó por completo el entorno familiar, que hasta ese momento no se había confrontado con situación semejante. Como suele suceder en las situaciones de crisis, los problemas históricos afloraron y adquirieron una dimensión inesperada, marcando para siempre el estado de las cosas. Mi padre salió bien de la operación y recuperó su salud de manera admirable, pero la dinámica familiar se vio transformada profundamente. Una de las consecuencias más importantes de esta crisis fue que mi padre es ahora el único habitante fijo de la casa de familia, esa casa que construyó a principios de los años 60’s, y que vio nacer y crecer a todos sus hijos y nietos. Aunque la casa se había ido deshabitando gradualmente con el paso de los años, la sensación de soledad y de abandono, así como de los recuerdos almacenados en cada rincón de la casa cobraron para mí una dimensión casi tangible cuando pasé unos días en el mes de diciembre posterior a la operación.
Ante la fuerza de estas sensaciones y la certeza de que el estado de las cosas que me las producía no existiría más en un futuro cercano, decidí documentarla fotográficamente. Pero éste no fue el único impulso creativo que despertó en mí el estado de la casa. Sentí también una necesidad de componer en ella -en concreto, en mi recámara-, y de documentar su paisaje sonoro: toda una experiencia inmersiva en la nostalgia, un dejarme sumergir en ella sin poner límites para favorecer -aún más- la emergencia de un estado creativo. Cada vez que he tenido oportunidad, voy a Mérida con el objetivo de encerrarme en la casa la mayor cantidad de tiempo posible para componer, tomar fotos, grabar….o simplemente sentir, buscar recuerdos -propios o ajenos- en los sus espacios. Todo esto en la mayor de las soledades. Es una búsqueda del origen de las sensaciones primarias, sabiendo que nunca hallaré respuestas, porque éstas se encuentran en lo más profundo de la esencia de ser, almacenadas en una época tan distante que sería inútil rastrearlas. En realidad, no me interesa encontrarlas: es más interesante recorrer el camino una y otra vez, alimentándose de la incomprensibilidad de las memorias que nos conforman como seres únicos.
El video que les comparto, el primer proyecto creativo en el que integro la música y la fotografía, es el resultado de diversas sesiones fotográficas realizadas a la casa a lo largo de casi dos años. Los cambios drásticos que yo presentía inevitables cuando tomé la primera fotografía no han ocurrido: por el contrario, la casa ha vuelto a adquirir un poco más de vida. Los recuerdos que encierran sus espacios y objetos siguen presentes, mostrando las huellas profundas que hemos dejado a nuestro paso todos aquellos que alguna vez la habitamos.